miércoles, 10 de diciembre de 2008

¿Cúanto hay de Eva?

Tengo una duda. No sé hasta qué punto debo ser puta. Hasta qué punto está bien. Hasta qué punto es moral. Si te invitan a una boda, ¿para follarte? No es mal plan. Pero ¿si es el novio quien te invita? ¿Sería yo capaz de eso? Yo que no respeto el matrimonio, ni la iglesia, ni la parafernalia? No sé, tiene su punto morboso. Me da que pensar. En los baños quizá. Aparecer al encuentro con un vestido ajustado, clarito, un poco transparente. No tan preparada como la novia, no tan elegante, pero tan sensual, tan morbosa. Y notar como su polla va creciendo a medida que te acercas a saludar. Cómo se le abre la boca cuando sonríes y mira tus tetas. Tan bonitas, tan suaves. Las tetas que ya ha tocado, que le vuelven loco. Que chupa de las que bebe. Y las mira, y no para de pensar que rodean su polla. Lo imagino. Y me imagino también que sus amigos me rodean con sus manos, y que todos pelean por follarme. Sería tan excitante…y él muerto de celos y yo disfrutando como una perra. Su perrita? Le encanta que sea su perra y me encanta que sea él el perro que ladra para llamarme. Para rozarse contra mí, para olerme, para mover su lengua en mi coño. Mi coño, mi coño. Me gusta cómo me lo come, correrme en su boca, en sus labios y chuparlos después para notar mi sabor. Mi sabor que cada día me pone más. También me he imaginado con su mujer, con los dos, sola con ella, sin que él se entere. Soltárselo de sopetón, gritar en la noche de bodas, apareciendo de repente vestida de cuero y ver cómo los dos hacen como que no saben. Ver cómo los dos se mojan, y chupar sus bragas y su polla y su coño y su espalda. Me gustaría ser su puta esa noche. Una auténtica puta de lujo. Y que me deseen. Que se corran en mí los dos. Una y otra vez y seguir soñando. Que aparece gente. Gente que me folla. Gente que me tiene desbordada. Y sigue queriendo que sea su perra ¿no? Su perra, su puta. Dónde, cúando, cúantos … Él decide.
La perra más jodidamente libidinosa que pueda imaginarse y entonces no podrá parar de pensar en mí, en mi lengua, en todo. Y quién sabe si me lo follaré en el confesionario. Quién sabe si me tragaré todo su semen.
Sólo una cosa…se va a enterar de lo que es follar la próxima vez que se escurra por mi cama.
Fóllame.