lunes, 23 de noviembre de 2009

Bailaba entre todos aquellos hombres con las manos pegadas a María. James Brown ponía las voces y el recuerdo trataba de revivir cada caricia y cada cadencia en sus movimientos. El baile hacia mover mi cabeza, una y otra vez, una y otra vez inmersa en una especie de posesión diabólica que entreabria mis labios y cerraba mis ojos, caracterizando a la mismisima Santa Teresa en sus momentos de extasis religioso, pero, con minifalda y medias de rejilla a poder ser, naturalmente alerta, con una dejadez propia del cazador mas descarnado. Así solía comportarme normanlmente. Hacía como si no me enterara de nada, como si el entorno estuviera por debajo de mi ingravidez y mi baile subiera poco a poco hasta hacer al resto de los mortales simples complementos que aderezaban la noche con sudor y roces. También es cierto que así conseguía evadirme bastante de la realidad pero está claro que me gustaba sentirme observada, algo más que minimamente. Bailar es un acto exhibicionista y las personas que buscan ser deseadas, las personas que disfrutan de esa manera, como yo, nos movemos intentando que cada gesto excite, que cada gesto nos guste, al menos a mí un poco más que a los demás. Han sido muchas las veces que hemos decidido formar parte del catálogo fantasioso de aquellos que nos rodeaban. Han sido muchas las veces en las que hemos dejado que bailaran con nosotras y en las que hemos creado un circulo de deseo, como si no fuera con nosotras. Hemos sido bailarinas sustitutas y protagonistas momentaneas de muchos shows eroticos improvisados. Hemos disfrutado viendo babear a hombres mirando nuestros movimientos, nos ha gustado crear esa sensación, ser unas lolitas de madrugada ceñidas y apretadas, tocándose con descaro y esperando reacciones, provocando. Provocando sin parar, tiñéndolo de justificaciones, intentando explicar teorías de poder, de posesión, de juego... para acabar reconociendo que lo hacíamos todo basicamente por calentar al personal, pura y llanamente. Esa era una de nuestras diversiones, haya por los tiempos de la reconquista. Cuando todo era feliz y facil. Cuando no nos preocupabamos en exceso. quizá eso es lo que em hace falta. Una noche de baile y calientapollismo. una noche en la que dejarme llevar una vez más por la musica más intensa y machacona. Notar la electrónica metiendose en mis bragas y bailar para quitarme las ganas de seguir más y más tiempo. Dejar que "warriors dance " y "invaders must die" me follen con cada golpe y saltar como una posesa esperando a que me agarren para hacer lo que corresponde. Por esta noche, ya vale de recordar hostorietas y cuentos, ya vale de fantasear y ya vale de dejarse hacer por prodigy. Ahora solo espero soñar con quien corresponda.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

LA AUSENCIA

Estoy reflexiva a estas horas del día. Comienzo de una tarde que parece no tener demasiada mala pinta, a pesar de las circunstancias vitales que me acompañan, como si quisiera que estuvieran ahí, tocandome las narices, siempre de manera muy figurada, eso sí. Me he dedicado a repasar mis textos durante un rato y la verdad es que me han parecido mejores de lo que recordaba. Suele pasarme. Quizá mi creencia de ir evolucionando hacia algo más maduro y completo me hace creer que el pasado fue mucho más infantil y falto de talento. En este instante llega la sorpresa. Mis primeros textos me gustan mucho más que lo que escribo ahora, o lo que intento escribir o lo que publico como intento de mantener cierto ritmo, siempre caotico y desordenado claro, pero como último recurso antes del abandono, como necesidad de seguir en algo, de mantener una idea y unos esquemas que quiero creer me valen por ahora. Pues eso, como decía, he sentido que de un tiempo a esta parte he perdido ese algo que me hacía creer que (d)escribía bien el sexo. No sé qué algo ni en qué momento exacto fue, no hay frontera de textos ni tampoco transición de polvo a polvo, pero, supongo que estas cosas se van transformando lentamente, como nuestras caras, como nuestros ojos y labios, como nuestras tetas, esperemos que siempre a mejor. Pero esperar no sirve de mucho a veces. Y de poco a servido esta vez. Poco a ayudado la dejadez y la falta de tiempo empleado. Poco a ayudado el creer que las cosas apareceran por que sí. El cuaderno cerrado y el boli perdido sirven solo para maldecir la mala memoria de camino a casa y el olvido eterno al abrir la puerta del ascensor para entrar en el posible territorio util. Pero son cosas que pasan y el tomar una decisión al respecto es una tontería de esas bobaliconas que esperan que les invites a un café. Hasta que no sea, no será, simplemente. Además va en contra de mis principios, que son muchos y muy firmes, el forzarme a hacer algo que no me apetece o no quiero y espero no ser yo la que empiece a intentar cambiar mis convicciones y modo de vida. Al menos por ahora. Sino, dejaría de follar y ¿de qué coño podría hablar? ¿Que hostias podría aportar a este mundo saturado de información? ¿Qué aporto ahora? ¿Alguna que otra paja y posible tema de conversación para intentar conseguir sexo? Puede que muchas cosas más. Puede que solo unas pocas o puede que ninguna. (Quiero creer que al menos entretenimiento y ansias de intromisión saciadas durante cinco minutos). Pretendo ser irónica claro (supongo que se entiende, pero, los que solo pretendían excitar sus miembros viriles quizá no lo han entendido y han pensado que realmente me habré quedado sin temas de los que hablar). Pues eso, lo dicho, que estoy destalentada perdida. No quiero darle más vueltas al tema, que eso de compadecerme de mi misma y nadar en mis pobrecitas y castigadoras penas, no me gusta demasiado. Es todo tan trágico que prefiero tragármelo todo (sí queridos pajilleros, tragármelo todo todo todo) y dejar que mi suerte, oh desgraciada y triste, vague por los rincones de mi ingenio y mi imaginación, al parecer más desbordada en otros tiempos, en busca de nuevas historias y relatos que ofrecer a mi reducido (siempre selecto) público. oh! Os quiero, no lo olvideis. (Otra vez todo elevado al cubo).

P.D: no pretendo ser hiriente con los pajilleros, no se me malinterprete por favor, yo también me masturbo de manera regular, quizá no a diario pero entiendo que es una necesidad física y en ningún momento he querido dar a entender que esté en contra de esta práctica tan placentera y simpática. Gracias. (A cascarla, nunca mejor dicho)

martes, 3 de noviembre de 2009

Fragmento descriptivo


Este texto no pretende ser literario, ni hermoso, ni ayudar a engrandecer el alma. Es solo un fragmento descriptivo de una gran sesión de sexo. Es el sexo resumido. Contado de boca a boca. La oralidad y la sencillez de explicar algo como lo recuerdas, como te sale en el momento. Sin florituras, sin pretender ser más de lo que es, siendo en tan pocas palabras quizá menos de lo que realmente fue y es que fue estupendo. Nada más que decir. Ahí va:



"Vaya polvazos echamos ayer. Yo además estaba de un inspirado... No sé ¡Ajajajaj! Sin más.


Me llevé un consolador y al pasar de camino al metro pillé chupachuses. Cenamos por ahí.


Y luego a casa. Me pone mogollón el muy cabrón ¡Jajajjaa! Nos despelotamos con urgencia, follamos, nos comimos, nos arañamos, nos mordimos, nos tocamos, nos besamos como putos ansiosos, nos agarramos, le pegué en el culo, me pegó en el culo, le comí la polla como una muerta de hambre ¡Jajajajajaj! Como una enana que la miraba con ganas, como una zorra auténtica vaya ¡Ajajajaja! Luego me masturbó. No recuerdo el orden, que es lo de menos ¡Jajajajaj! Me metió los dedos por todas partes ¡ajajajaj! Me metió el consolador mientras yo me tocaba el clítoris. Ya me había follado un buen rato y luego saqué mis estupendos chupachuses. Jugué con el agua mientras le chupaba la polla, mientras le lamía el cuerpo, los pezones, los sobacos, todo. Mientras le mordisqueaba con la boca fría y húmeda. Empecé a chuparle la polla con el chupachups metido en la boca. A pringarle. A comerle. Y luego me empecé a masturbar con el chupachups mientras se la seguía comiendo, gimiendo en su polla. Empezó a comerme el coño. Se metió entre mis piernas y yo acariciaba sus huevos con mi chupachups; Y con mi boca, con mis besos, con mis labios, con mi lengua. Empezó a follarme con el chupachups en la boca mientras yo movía el coño para follarme su cara, empapada de caramelo y flujo. ¡Dios! ¡Una pasada! Luego me puso a cuatro patas y me dijo que quería follarme el culo mientras me metía el chupachups por el coño. Hacía mucho que no me follaban el culo. ¡Dios como grité! Qué escalofríos. Tenía que parar del puto placer. No podía ni meterme el chupachups. Bueno, que iba más empapada que la hostia ¡Jajajajjaj! Se la volví a chupar. Acabé con el pelo hecho un pringue. Pues eso. Paramos un rato, me limpié el caramelo del coño y luego echamos otro. Muy ansias, me encanta eso. Follar como una puta desesperada. Echar polvos urgentes en los q se te va la vida."



lunes, 26 de octubre de 2009

una posible nueva introducción

Hay palabras que se escapan entre los dientes y vuelven insinuantes nuestros labios. Hay palabras que esconden en su sonido casi todo lo que sentimos por ellas. Sexo… Sexo. Las curvas y el susurro unido al eterno concepto del pecado. Lo prohibido. Todos sabemos que es importante en nuestras vidas, en menor o mayor medida. Todos sabemos el poder que podemos ejercer con él y la dominación que puede crear en nosotros un algo que existe solo si nosotros ¿entramos en el juego? Ese juego que parece que nos gusta cada vez más. Experimentar, imaginar diferentes historias y dibujar deseos y realizarlos después si es posible. De repente todo el mundo tiene una extraña obsesión por escapar de esa rutina que parece que dura siglos. Qué equivocación. Qué contradicción. Parece que ahora lo más de lo más es comprar algún juguete para disfrutar con nuestra pareja, adquirir diferentes roles, ¿intercambios? Y todavía necesitamos excusas tontas para reír y hablar de sexo cuando vemos algún elemento que pueda asemejarse al omnipresente miembro viril. Nosotros que estamos tan abiertos a lo “nuevo”. Resulta que hace ya siglos que existían los consoladores como tal, que incluían la posibilidad de poner la foto del amante de turno, mira que bien. Arte erótico a patadas desde no se sabe cuándo, esculturas, grabados, relatos… unos relatos que te hacen sentir de repente que hagas lo que hagas nunca llegarás a unos niveles de depravación similares. Relatos explícitos, pornográficos, llenos de fluidos, de carne, de adoración por los cuerpos. Coños que se convierten en regalos y pollas que desean ser rozadas, por labios, por manos, por culos, por todo. Y es que todo está inventado ya, lo que me da un poco de tranquilidad. Sé que no diré nada nuevo, sé que no solucionaré nada ni que haré que se vean normales ciertas cosas, pero bueno, siempre nos han dicho que la intención es lo que cuenta. Espero al menos aportar mi manera de ver el sexo. De vivirlo y de entenderlo. Conozco mucha gente que piensa como yo y mucha gente a la que le horroriza todo lo que sale de los fines puramente prácticos para la seguridad de nuestra especie, pero eso son extremos nada más. Y a mí los extremos siempre me han parecido poco inteligentes, poco críticos. De todas formas quiero dejar claro que odio juzgar y en consecuencia que me juzguen por lo que no seré yo quien diga que la seguridad de la especie no depende ahora mismo de la procreación. Vaya, ya lo he dicho. Y diré muchas cosas más. Porque me encanta hablar de sexo. Me encanta compartir todo lo que pienso. Me fascinan nuestros instintos, intentar racionalizarlos si es posible, utilizarlos para excitar, para entendernos mutuamente, para sentir deseo, envidia, ganas. Y más ganas. Porque todo lo que sintamos será natural. Todo lo que nos apetezca le habrá apetecido antes a alguien y puede que tengamos suerte y como poco acabemos auto-amándonos. Que nunca está de más. Como decía aquel: “sed buenos y sed felices”.

la foto urgente

sácame la foto ya...
que se me cansa el brazo
sácame la dichosa foto

déjame mi tiempo
deja que te mire
deja que entienda todo el encuadre
que vea salir de ti las luces
las luces y sombras

lo sé
pero me canso.
hazlo tú
las hago yo

no es eso
yo sé qué quiero ver
y tú no.
No al menos lo que yo busco

Joder.
Hazla ya

Ya está.
Perfecta.
Esa cara de estúpida era la que buscaba.

HOY ME APETECE

Me apetece hablar de sexo oral, me apetece pensar en sexo oral y es seguramente porque no me importaría ahora mismo, tener una cabeza entre mis piernas o estar amurallada entre unos muslos disfrutando del poder. El poder. Y es que, en momentos así, sientes que eres una semidiosa otorgando a ese mortal el mejor de los regalos. Cómo lo hagas y cómo lo vivas influirá lógicamente, pero para mí, lo más importante es hacerlo con ganas. Supongo que cada persona tendrá una sensación diferente al pensar en una felación, ya sea porque la realiza, la recibe, la disfruta o cree que tiene que hacerla porque sí. Yo nunca he entendido esto último.
Hace años, antes de iniciarme en esto de las mamadas, mi inocencia y mi desconocimiento de lo que era un pene realmente, me llevaban a pensar que tenía que ser asqueroso meterse una polla en la boca. Imaginaba su sabor, su textura, su tamaño y lo solía comparar con mi capacidad física para aguantar semejante martirio, necesario al parecer, para que el muchacho de turno se lo pasara bien. Ahora, casi me rio al recordarlo y no puedo evitar sonreír al darme cuenta de lo mucho que cambiamos y de cómo nuestra concepción del placer, de lo atractivo y de lo excitante evoluciona. Lo que me extraña, es, encontrar reacciones parecidas en gente que bajo mi punto de vista debería estar viviendo todas las experiencias con una inquietud y un deseo desbordados. Pero bueno, las circunstancias personales que nos llevan por diferentes caminos y elecciones no se pueden comparar ni forzar, si no te gusta hacerlo, no te gusta y punto. Mi manera de funcionar me dice que si no me gustara, no las haría, pero vivimos en una sociedad en la que parecer una “estrecha” o una “frígida” es casi peor que serlo de verdad. Cosas que nunca entenderé.
Siempre me ha parecido que hacerle sexo oral a alguien supone entrega, una entrega especial, ya que toda la fuerza está en tus manos, o en tu boca mejor dicho, o en ambos y periféricos complementarios. Sentir todo lo que puedes hacer disfrutar a alguien palpitando en tu boca, o el espasmo que puedes provocar con una mirada cargada de deseo y una pizca de superioridad que te entrega la situación, hace, que en ese instante, todo tu instinto sexual, tu naturaleza y tu forma de ser se manifiesten entre la respiración y el exceso de saliva, mojándolo todo, haciendo evidente nuestra cara más animal, mas autentica. No creo que pudiera psicoanalizar a alguien observando cómo manipula un miembro erecto, como lo chupa, lo lame, lo lubrica, lo todo; pero sí creo que sirve para ver cómo eres tú, tú misma, con la cara empapada y los labios cambiando de color, salvaje, imaginativa, dejándote llevar y dejando hacer a ese “algo”, que en tu cuerpo intuye como debe tratar a cada una de las pollas que le besan en la boca. Mi orgullo florece, mi narcisismo más horrible y esa necesidad de ver en los ojos de tu amante/contrincante que sino la mejor, ha sido de las mejores. Oírlo en sus jadeos, en su lenguaje blasfemo, con tintes ancestrales, oírselo decir con todas las letras y notar así, la conexión más absoluta entre el sonido y tu cerebro, tu cerebro y tu entrepierna, tu coño y su polla y de todo el olor a sexo y el sabor a necesidad que llena el ambiente, solo si lo disfrutas de verdad. Si no es así, por la razón que sea, siempre pienso que mejor no haberlo hecho. En un arranque estúpido de tu orgullo, piensas que ya le gustaría que se la chuparan siempre así y tonterías por el estilo, que yo no sirvo para poner la boca y que me la follen, que no soy ni pasiva, ni sumisa ni pasota… a no ser que me lo pidan. Si es así, mis deseos de complacer para beneficio propio puede que me ayuden a actuar un poco en pos de la felicidad compartida y es que no encuentro nada más placentero que sentirme absolutamente deseada, de verdad, deseada.

TE DEDICO MI REFLEXIÓN, OH MASTURBACIÓN

Recuerdo que tocaba mi sexo despacio al principio. Recuerdo también que las primeras veces no llegaba al orgasmo, me asustaba, aunque parezca una tontería. De repente notaba algo tan fuerte que hacía que mis dedos pararan y yo me sentía culpable de alguna manera. Por una parte, el miedo a no poder alcanzar el orgasmo, el miedo a no poder sentir ese placer tan valorado en esta sociedad y por otro la sensación de hacer algo indebido. No sé si es lo corriente, no sé si es algo raro, pero yo solo puedo hablar de mi vivencia. Con el paso de los años intento racionalizarlo, y supongo que una especie de pudor extraño no me dejaba hacer “aquello”. Ahora veo la masturbación como algo completamente natural y seguro que en aquella época también sabía que lo era pero hay ciertas edades en las que la masa condiciona al individuo y yo, pobre preadolescente insegura no era demasiado capaz de ponerme a luchar contra los convencionalismos y los topicazos que hacían las catorce mil pajas diarias masculinas algo digno de ser comentado a voz en grito y los dedos femeninos como algo sucio que te hacía sentir como una especie de pervertida sexual. Vaya mundo. He empezado a hablar de esto sin introducciones y puede que hablar a estas alturas de las primeras pajas y del cargo de conciencia que me suponían no tenga mayor interés, pero un amigo me ha dicho que le gustaría leer sobre la evolución de la mujer unida a su coño y no me ha parecido mala idea. Nunca he entendido muy bien en mi caso, porque ocurría eso. Criada en una familia en la que siempre ha habido mucha libertad para hablar de sexo, desnudos, placeres… me extraña mi mojigatería de antaño, quién sabe por qué era tan petarda. Haciendo un repaso rápido me vienen a la cabeza las noches de verano calenturientas (cuando la culpabilidad y el experimento corporal se unían más a favor del segundo), la normalización del tema, poco a poco, al compartirlo con otras púberes deseosas hasta llegar a lo que ahora soy. Fuera de casa, en un ecosistema propio plagado de sexualidad desbordada con la libertad más absoluta entre personas en la que “no me molestes que me voy a hacer una paja” o “grítame cuando acabes” son casi una rutina, con variantes más literarias y menos simplistas en días de luna llena o interrupciones que acaban en carcajadas la mayoría de las veces. Y es que la masturbación es lo que es, un acto sexual íntimo y natural donde los haya y aunque todo el mundo diga que mejor en compañía, yo creo que no deberíamos olvidar que hay venditas pajas que superan polvos (seguro que alguien pensara que lo que necesito es que me follen bien, pero no tengo ganas de decir que ya lo hacen). Además, desde el punto de vista práctico existen menos probabilidades de que la cosa se frustre o no sea perfecta, cosa que habitualmente ocurre cuando compartimos nuestro placer con otros/as. No quiero hacer apología de los tocamientos ni ensalzar las virtudes científicamente probadas de desperdiciar nuestros fluidos, pero al menos que no se infravaloren, que a todos nos gustan. Cada cual a su manera, eso sí, más despacio más fuerte, mas mojadas con más saliva, con consoladores, con bolas, con objetos que enciendan la sexualidad de cada uno, con chupachuses, con fruta, con una zanahoria o al estilo natural (si será por variedad). Más pajas y menos mal humor, que no nos viene nada mal. Y si combinamos ya ni te cuento. Además ahora hablo de masturbación en solitario pero en compañía, ya sea a una misma a otro o dejándose hacer, confirma mi teoría de que la agilidad de los dedos tiene ya de entrada predisposición para el éxito en estos campos, pero no quiero irme por las ramas que al final acabaré escribiendo sobre las uñas largas, la falta de delicadeza y la masturbación femenina en las películas porno que siempre me ha sacado un poco de quicio…pero yo no soy quién para decir cómo se tienen que masturbar solo faltaba, si hay algo más propio y personal… y aquí lo dejo, para que esta reflexión no se alargue demasiado. Sed buenos y sed felices otra vez y tocaos que es muy útil.

sábado, 24 de octubre de 2009

los fogosos/as

El sexo me resulta fingido a veces, exagerado e incluso sacado de contexto. Como si todo el mundo que habla sobre él quisiera ser una especie de Santa Teresa describiendo su éxtasis. Y es que, aunque realmente sea placentero y placer sea un sustantivo que evoca el sexo casi sin proponérselo, ¿Cuántos relatos, historias…nos parecen reales? ¿Cuánta ficción notamos y preferimos no comentar por miedo a una extraña frigidez que el resto de la sociedad parece no entender? No hablo de fantasmas ni de fantasmadas, no hablo de historias poco probables que quizá sí creeré (y ¿por qué no?). Hablo de la capacidad descriptiva de la gente, de las florituras y parafernalias que tan bien adornan una polla cual árbol de navidad. Solo espero que las lucecitas de colores no den calambres ni afecten a la virilidad y al vigor del amante perfecto, que el espumillón no irrite humeantes y encharcados coños y que la pasión desenfrenada sirva por si sola para hacer cantar el “Jingle Bells” al coro de enanos que espían la jugada.
Insatisfecha, malfollada, resentida, puede parecerlo. ¿Disgustada? No demasiado. No hablo desde el amargor de un coño enclaustrado que nunca ha sentido un orgasmo, ni desde el tan extendido rencor hacia los hombres que “no te lo saben hacer”. ¡Anda ya! Hablo desde mi perspectiva realista y es que, si no me gustara, no lo practicaría, ni lo buscaría, ni lo describiría, trituraría y serviría masticado de mi boca para que todos puedan observar y juzgar tras la barrera del anonimato. Simplemente opino. Solamente digo, pregunto. ¿Realmente la gente siente todos esos latidos aullando en su ser, esas fiebres incontroladas y ese absoluto extravío del raciocinio y la lucidez? Quizá sí. Quizá no. Las encuestas en privado me dicen lo segundo. Que cada cual siente y vive a su manera pero que no es un trance místico, y si es así las descripciones sobran. Un “hostia puta” dice más que mil sinónimos de humedad y espasmos y, que las palabras se queden cortas ¿No sería más lógico? ¿No sería más creíble el aceptar que no somos genios literarios y que ciertas sensaciones tan pero que tan explosivas se escapan de nuestras capacidades? Será que, como ya he dicho, tenemos tendencia a amar la excesiva adjetivación y nos gusta bañarnos más entre hojas que entre sexo. Seguramente es algo de lo que todos pecamos y seguramente lo hacemos inconscientemente la mayoría de las veces. Menos cuando lo hacemos conscientes. No lo sé. No sé hasta qué punto podemos juzgar esto y acertar, y desenmascarar y analizar las cosas sin confundirnos, sin caer en el error de ver las palabras ajenas desde un prisma cercano, propio, sin olvidar que no solo nuestra vida y morbo valen y que quizá estemos equivocados desde el principio. Desde la primera frase. Como cualquier insatisfecha más.

viernes, 23 de octubre de 2009

fidelidad, bendita palabra

Siento eso que sentía otra vez y es tan recorfontante como dificil de explicar a todo aquel que no sea un poquito como yo. Todos necesitamos tiempo. Todos tenemos etapas y claro está que he pasado por una que no se parecía en nada a lo que yo era: MONOGAMIA. Manda narices, "tú con novio?" decían algunos..."pronto se los pondras" decían otros, pero no, resulta que no. Resulta que la puta viciosa promiscua tiene la capacidad de ser más fiel que todos los casados repeinados a los que se ha follado y todos los moralistas, comunes, normales y decentes que han querido hacerlo. Pero ese no es el tema. Los no moralistas también son iguales y todos y todas. Follan y follan cuando pueden y cuando hay ocasión y todos desprecian la fidelidad mucho más que yo. No me atrevería a decir que es sagrada porque sería una mentira y sentiría esa frase como saliva hipocrita en mi boca pero yo suelo ser fiel. De hecho siempre he sido fiel (tecnicismos aparte). Y anque a veces sea por poco tiempo, si quiero estar con alguien estoy con ese alguien. Ya sé que esto no es sexo ni tiene carnaza, ni morbo ni pollas metaforicas y reales. Pero es un tema que siempre me ha dado bastante rabia. El tener la sensación de que todo el mundo espera siempre que seas el mal personificado para tu pareja. Esa persona capaz de pasar por encima de los sentimientos ajenos (y quizá sí, tampoco soy una santa y tampoco intento justificarme tras la barrera de que nadie lo es), pero resulta cruel el pretender juzgar a alguien al que quieres follarte y sabes que no puedes porque tiene pareja y solo intentas entender que algun dia será infiel, como si eso, te alentara, como si eso no te hiciera parecer mas patético aún, rechazado por quien crees se folla a cualquiera. No sé. Es el enfado de tener que llevar el lastre siempre, siempre y más veces aún colgando porque sí de ti. Colgando porque parece que lo mereces. Colgando porque a la gente le resulta más comodo etiquetarte, para ayudarse a entender un poco lo que al parecer es extrañísimo. Que asco. Que hipocresía. Que pocas ganas de seguir pensando y preocupándome por esa gente que tan poco merece la pena, al menos en estas cuestiones.

lunes, 3 de agosto de 2009

Derrepente es como si no recordara nada. Pienso: "una historia, venga! algo divertido, o extravagante o algo que te parezca digno de contar que sabes que hay..." y no me acuerdo de nada... eso me hace pensar, o bien que es todo demasiado vacío tal y como amenazaban algunas personas o que tengo una memoria pésima. Siempre he destacado por recordar muchas cosas pero no quiero pensar que sea lo primero. A veces si es vacío, a veces si que te la sopla echar algun polvo, por más que me joda ser cosciente de que he sido capaz de hacer algo así con desgana pero... como también sé que no puedo prescindir de los placeres terrenales seguiré follando y poniendome tibia de helados este verano si es posible.
Pensaba en la capacidad de duración de los hombres con los que me he acostado y de lo difícil que es que el tiempo sea el justo para los dos. Normalmente vuela aterrorizando el fantasma de eyacular antes de tiempo y de que la pobre mujer desvalida que necesita una enorme y descomunal polla erecta en su interior se quede a medias. Ultimamente me da más por ser perezosa y por plantearme muy mucho si quiero seguir cuando yo ya me he corridoo y pienso en lo injusto que es que eso se vea como un signo de "liberación" femenina y no como una putada igualmente jodida para el acompañante de turno que espera ansioso una espectacular felación. Yo que sé. Discriminación positiva o algo así. A mí personalmente me gusta más que se corran antes, o que no tarden catorce siglos y parte del decimoquinto en expulsar el maldito semen y en lanzar un alarido más o menos estimulante para una caza ruidos como yo. El tiempo justo, imposible. O poco probable mejor dicho, no soy una mujer con demasiados límites. También es cierto que tras una racha de largas esperas coitales, mis últimas experiencias o alguna suelta que me viene por ahí también me recuerda la desgracia de esa típica cara de "ya está?", eternamente maldecida y es que el problema no es para nada la eyaculación masculina sino que te dejen con el coño a medias y sean incapaces de ayudarte de ningún modo. A mí que me encanta masturbarme me sirve con notar cerca su respiración que siempre me ha puesto mucho, así que no será por pedir demasiado. No me hace falta nada más, ni manos, ni bocas, ni lenguas ni tonterias... ah! y por cierto tampoco jadeos fingidos que lo malo no es que se noten, es que cortan un poco el rollo y tal...
Hoy me siento columnista, solo me falta dar un consejo a todas esas personas que sufren de insomnio y no saben que alternativas proponer a la teletienda y al visionado de pelis porno de bajo presupuesto que siempre suenan a eco, a casa vacía, a hogar sin amor... y yo que no me había dado ni cuenta hasta este momento....

domingo, 2 de agosto de 2009

de vuelta

Esta entrada debería llamarse el sexo desaparecido de Eva o el sexo vuelto solo personal de Eva porque si no calculo mal llevo 4 meses y un día sin actualizar esta cosa/experimento. Eso no supone que mi sexualidad se haya vuelto nula por completo, pero, circunstancias vitales y pequeñas dudas morales aderezadas con culpabilidad no compartida y como no el hecho de que mi querido portatil casi nuevo haya muerto antes de dejar Madrid influyen un poquito, creo yo.
Lo cierto es que he tenido una temporada no demasiado promiscua (ese no demasiado puede que supere la media de amigos-conocidos) pero bueno, no todo es susceptible de convertirse en relato y una nosiempre está inspirada, sobretodo cuando el buen tiempo y la posibilidad de disfrutar del precioso paisaje de la tierra de una hacen que lo que menos enganche sean un teclado y una pantalla. Será por eso que a una le da por disfrutar del sexo al aire libre y con la naturaleza rodeando sus muslos, la naturaleza y las manos de alguna persona claro, unas pocas briznas de hierba no sirven para agarrar mi culo. Pero bueno intentaré escribir algo que me haya pasado recientemente a ver si como en tiempos anteriores noto una pizca intensa de excitación mientras narro mi vida, expuesta para los demás como pequeña terapia para una complicada mente con ramalazos exhibicionistas no siempre entendidos. A ver como sale.

miércoles, 1 de abril de 2009

Tócame
Acaríciame
Besa mi sexo
Lámelo
Rózalo con tus dedos
Ábrelo y míralo sin parar en tus sueños
Entra en él
y muérdeme
Muerde mis pechos
y mi cuello
y mis orejas
saborea mis labios con tu lengua
Chupa mi boca
Atrapa mi lengua entre tus dientes
Deséame
deséame
deséame sin descanso
Quiero que anheles mi voz cada noche
Que se esconda en tu cabeza
y te grite que me llames
FÓLLAME.

miércoles, 25 de marzo de 2009

la carne ante el espejo

Para aquellos que se quedaron con las ganas al acabar la conversación...y para mí, una vez más:


Me encantaba mirarme en aquellos espejos. Creo que hasta aquel momento siempre me había dado cierto reparo. Tal vez el hecho de que la imagen que me devolviera el cristal no terminara de gustarme, o que me cohibiera de alguna manera no terminaba de convencerme, pero los hechos así lo trajeron y así fue. Tras pasar ante la atenta mirada de las dueñas de aquel negocio y tras pensar que no debería escandalizarles para nada el hecho de que sus habitaciones se usaran simplemente para follar entre con cara de chica modosita en la habitación. Me encantó. Una barra, un salón grande… Empezamos a besarnos, ahora ya sin poder ser vistos por cualquier viandante. Besó mis pechos y yo los saqué del sujetador, para que pudiera disfrutarlos bien.
Me hacía sentir muy deseada. Me encantaba gustarle tanto. Notar como sus ojos se entrecerraban y sonreía al mirarme, lleno de ganas por tocarme, por besarme…
Me dijo que me desnudara y yo lo hice. Casi siempre lo hago como si no me supusiera nada, pero supongo que como todos busco la aceptación en la otra persona. Sus resoplidos al ver mi culo hicieron que me sintiera guapísima. Que sintiera que estaba buenísima y eso me puso, como siempre, cachonda. Cuando entré en el cuarto, tras sus miradas desde el sofá, él ya estaba tumbado en la cama.
Vi los espejos. Primero me mire yo, al frente, mire mi cuerpo, sus formas y vi como a él le gustaban, vi como su sexo me esperaba, para que yo fuera a disfrutarlo. La verdad es que no me dejó que la tuviera entre manos mucho tiempo. Pero no me importó, cada vez necesito menos demostrar lo buenas que son mis felaciones. Será que me estoy haciendo mayor.
Empezó a comérmelo él. Era una persona con experiencia. “Aquí está el punto G” me dijo. Me hizo gracia. Pero la verdad es que lo hacía fenomenal. Llegó un momento en el que, con un dedo en mi coño, en mi culo, su lengua, su todo, ya no sabía que me estaba haciendo. Era genial eso. Sentir placer, solo placer, sin saber casi ni con qué.
Muchas veces me pasa que cuando me caliento mucho, me cuesta correrme por el sofoco y por otras pequeñas interrupciones que hicieron que perdiera el hilo de su lengua.
Se levantó a por agua. Y bebimos los dos tumbados en la cama, hasta que retomamos.
Mientras me comía el coño, miraba a la derecha y veía nuestros cuerpos en el espejo. Miraba mi cara y su cuerpo de espaldas dándome placer. Veía mis piernas levantadas hacia los lados, su culo, el mío. Todo con un color tirando a ocre. Era bonito. Resultaba incluso pictórico. Más tarde, mientras movía mis caderas sobre su cuerpo, me dijo que sería una película porno buenísima. Pensé que no me importaría nada que me grabaran así, con mis muslos rodeándole. Con mi cuerpo sobre el suyo. Cuando me puso a cuatro patas ya, no dejábamos de mirar. Yo miraba su cara y el miraba mis pechos que colgaban, y se movían como él hacía que se movieran. La verdad es que follaba fenomenal. Movía su sexo en el mío. Cada movimiento era excitante, pero entonces, como ya habíamos hablado antes en el coche, me recordó con hechos cúando es una mujer más puta en la cama. Estaba excitada, lo que supone que estaba más que lubricada. Por alguna extraña razón no encuentro manera de decir sin resultar vulgar que me la metió por el culo. Y otra vez, sentí que aquello me gustaba más de lo que creía en un principio.
La primera vez que lo hice estuvo bien, porque además no sentí demasiado dolor. Supongo que mis primeras veces siempre son buenas… Pero no lo había hecho con nadie más hasta el día anterior. Y de repente de tarde a tarde tenía otra polla dentro de mí. Fue muy placentero, y muy muy sincronizado. Me encantó acabar a la vez. Los dos. Notar cómo caía de mí y retenerla para que se quedara un ratito más. Cuando recuerdo algunos momentos no puedo evitar querer poner algún que otro mmmm entre palabras y puntos…
Nos limpiamos, me duché y cuando estábamos a punto de irnos llamaron a la puerta. Salí a la calle con la cara roja. Con la sensación de temblor en las piernas y los ojos cansados, cargados y brillantes, como cada vez que el sexo es bueno. Con la sensación de haberme quedado más que satisfecha pero con el calor dentro aún.
Charlamos en el coche hasta que me dejó en Gran Vía.
- Sorpréndeme la próxima vez.
- Si dejas que haga lo que quiera puedo llegar a ser muy morbosa.
O algo por el estilo. “Ha sido maravilloso” me dijo y yo salí del coche con el escote inclinado y una sonrisa feliz, como en los mejores cuentos.
Me dijo que ya no dejara que ningún hombre más me raptara por la calle, que ya era demasiado por un día y por cosas del destino nada más salir del coche y dar tres pasos un negro enorme empezó a hablarme, yo me reía por dentro. Tuve que decir que no a su invitación para un café y a cobijarme bajo su paraguas cuando empezó a llover una vez más.
Las rosquillas del dunkin tuvieron que tragarse mi historia ya que no tenía a nadie a mano para soltar mi alegría. Tras leer las perlas de Sodoma un buen rato salí a la calle. Salí a la Gran Vía, con la estupenda sensación de ser maravillosa. Dos en un día no es un mal número.

martes, 24 de marzo de 2009

1

Tras tantos textos desordenados, no es extraño que a estas alturas cuente, simplemente, mi primera vez...



La primera vez que hice una sesión fotográfica con un desconocido, perdí mi virginidad. Tenía ganas. No había tenido apenas experiencias sexuales. Era una persona muy inexperta, pero muy inquieta. Tenía las cosas muy claras. Podría decirse que conocía bastante bien mi cuerpo, mis sensaciones y me gustaba mucho jugar con el morbo. Era el principio de una etapa en la que empecé a apartar quizá mi lado romántico, con el fin de conseguir un placer más práctico.Puede que mi mejor amiga y su concepción del sexo me influyeran. Seguramente.Tenía ganas de sentir el sexo, de sentir que era ser penetrada. No quería hacerlo con cualquiera. Pero tampoco necesitaba sentir amor. Necesitaba solo sentir inquietud y atracción por la persona que fuera.Me pareció una muy buena primera experiencia. Siempre he creído que él no se enteró, y supongo que eso me hizo sentir medianamente bien. Me hizo sentir que mi vida sexual, sería satisfactoria y que tenía una perspectiva del sexo bastante liberada. No lo sé.Subimos a su piso. Yo estaba bastante desinhibida, creo que sentía que estaba ejecutando un papel que me daba seguridad. Pero estaba alterada igualmente. Empecé a ponerme la ropa para la sesión, para las fotos, a enseñarle lo que había llevado, a contarle la historia de cada corsé...me sentía agusto. Sentía que era una niña picara y aunque no tenía por que pasar, tampoco descartaba la idea.Empezamos a hacer las fotos tras poner la música. Janis Joplin, desde entonces summertime siempre me recuerda a mi primera vez.Como decía, empezamos a hacer las fotos, tumbada en su cama, forzando algunas poses. El trajo un hielo, lo coloco en mi escote, despues sobre el corsé, después sobre mi falda. Yo sentía una especie de tensión, mitad agobiante, mitad sofocante. sentía que era una niña que jugaba a ser mayor, pero no me hacía sentir mal, solo me hacía sentir especial. Pensaba en mi amiga, que una hora antes me había dejado en la parada del autobús, y pensaba que ella no estaba allí, y que tenía ganas de contarselo y que...pensaba muchas cosas.De repente, subió hacia mí y me beso.-No he podido evitarlo- me dijo. Me encantó esa frase. Me encantó sentirme deseada.Bajó entonces entre mis piernas y lamió mi sexo a través de las medias, que cada vez tomarían más fuerza como fetiche. Me encantaba esa humedad, sobre la tela, su respiración sobre mi coño.Empezó a meterme los dedos. Me sentía extraña. Pero extraña por no tener apenas pudor. Siempre me había imaginado ante algo así llena de vergüenzas y complejos. Pero no era así. Y eso me gustaba. Me gustaba cumplir mis ideas respecto al placer.Entonces el se pusó un condón y empezamos a follar. No me hizo daño, no sangré, mi himen estaba roto ya seguramente. eso me hizo sentir más segura. Claro está que no todos mis movimientos eran acertados ni ágiles, tenía calor, pero creo que estaba más pendiente de entender todos mis pensamientos y de ordenar mis sensaciones que de correrme. No llegué al orgasmo. Pero no me importó. No era necesario.Nos quedamos abrazados, con mi cabeza apoyada en su cuello, con el corsé y la falda puestos todavía. Y tenía tantas ganas de compartirlo.Estaba orgullosa de mi misma. De mi experiencia y de que hubiera sido especial. Me daba morbo la situación, el haber sido un objeto de deseo durante aquella tarde.Él me hizo unas fotos después, mientras hablaba con el padre de mi amiga, intentando cuadrar un poco mi historia. Tenía la cara rojísima. El pelo más alborotado de lo habitual. No estaba espcialmente bonita, pero me sentía radiante.Me acompañó al tren, y de vuelta al pueblo no paraba de pensar, en lo curioso que es esto del sexo. Yo acababa de follar y nadie lo sabía. En cambio, yo sentía que cada parte de mí se lo gritaba al mundo.Cuando me encontré con mi amiga, al entrar en su cuarto, al cerrar la puerta, al mirarnos de manera cómplice, me soltó una de las frases que más gracia me han causado nunca, una de las frases más ciertas y descriptivas que he oído:- Hueles a polvo.- eso y la sensación de seguir siendo penetrada mientras hablabamos tumbadas en la cama nunca se escaparán de mí.

PRIMERA PARTE (visión de Eva)

Es largo de contar lo que sucedió aquella noche. Largo, extraño y a veces un poco difuso.Salimos para matar una noche más, en Pamplona. Nuestros corsés, nuestras medias, faldita corta y como no, encadenadas por el cuello. Yo sentía que éramos, como otras veces, una especie de fantasía sacada de una peli porno, que se dejaba caer por esta ciudad tan sencilla, tan recatada, tan impresionable ante cosas así. Íbamos por la calle, dignas como siempre, peleando por mantener la seguridad ante las miradas, fugaces, algún que otro ladrido.Conocimos a un tío en uno de estos bares y tras acompañarle a sacar dinero fuimos a tomar unas copas. Algún que otro beso, él nos llevaba a cada una a un lado, pero seguíamos atadas por el cuello. Sus amigos no terminaban de entender, pero supongo que era la envidia de más de un hombre en aquel bar. Mientras bailábamos yo me fije en un tío con rastas. Le dije a María que no me importaría liarme con él. Pero seguimos jugando con éste. Al rato decidimos irnos. Salimos fuera del bar con él y el nos cogió en brazos a las dos mientras la gente alrededor grababa. Me pareció tan extraño. Toda la gente mirando, cómo si no tuvieran nada mejor que hacer, y a la vez me sentí importante, observada. Le dijimos que nos íbamos a casa, que estábamos cansadas, obviamente era mentira. Nos apetecía seguir jugando, por nuestra cuenta. Nos escapamos por las calles. Entonces vimos a un tipo, apoyado en la entrada de un bar. María me dijo que hace poco había soñado que se liaba con un chino. Él tipo en cuestión, era chino, cómo podéis imaginar. Nos acercamos a él y ella le dijo:- ¿A qué hora sales de trabajar?- No estoy trabajando.- ¿Vienes con nosotras?- Vale.Yo estaba flipada. Él también. Tenía una cara de medio impasible y de acojonado que vaya. Llegamos al piso de mi hermana que estaba a una calle de allí. En la puerta del portal ella le preguntó si podría con las dos. Él dijo que creía que sí, y me miraba cómo preguntándose qué clase de personas éramos, sobretodo ella. Subimos los 6 pisos (sin ascensor) y cuando llegamos a casa le dije a María que yo me iba. Creo que realmente no me había planteado que aquello pudiera pasar de verdad. Además, aquel tío había salido de los sueños húmedos de María, no de los míos.Allí les deje y volví a bajar a la calle con la clara idea de subir a alguien. Como mi gata cuando salía a cazar a la calle. Igual. Esperaba que la despensa esperara intacta.Ya en la calle, la gente me decía que al final habíamos soltado la cadena. Uno de los que me dijo eso era amigo del tío de las rastas. Empecé a hablar con ellos. Les dije que iba a acoplarme a ellos descaradamente y me dijeron que encantados.Fuimos a un bar y de repente, no sé muy bien después de qué, no recuerdo, empecé a liarme con el antes mencionado. Tenía una especie de vena exhibicionista y yo personalmente no tenía ganas de que todo el bar me viera el coño. Su amigo me decía que yo mucho decía pero que luego… Le invité a subir al piso. Y él seguía con sus ansias de enseñar mis partes más intimas a todo aquel que quisiera convertirse en espectador.Fuimos a casa. Subimos otra vez los seis pisos y al abrir la puerta…

2ª PARTE

De repente, en un piso de 28 metros cuadrados, María se levanta, el chino salta detrás sobre un colchón en el suelo. Podría decirse que además de cortarles el orgasmo estábamos a punto de vivir una experiencia subrealista. En unos minutos y ante la mirada expectante de los dos tíos, María y yo discutíamos por los condones, que si tú tienes más que si dónde están los estriados… nos saltaba la risa, supongo que porque nos dábamos cuenta de que aquello muy normal no era. Yo creo que ellos también alucinaban un poco pero bueno, al poco rato ya habíamos hecho la repartición de bienes y estábamos en la misma habitación. Yo en el altillo y María en el colchón del suelo con el chino.No sé cuantos años tenía él. Y el nombre tuve que preguntárselo cuando se iba de casa. Mientras hablábamos frente a la puerta, en la cocina. Mientras me decía que eso lo hacíamos mucho, que mucho sabíamos sobre eso. No se sabe si eso le gustaba o le parecía mal. Si él supiera. Si él supiera cuantas cosas nuevas acababa de hacer yo con él, mientras pensaba que era una especie de puta promiscua. Me reía por dentro. Me sentía orgullosa otra vez de mí misma. Por cómo había llevado la situación, de cómo me había camuflado, de cómo me había superpuesto y había superado mis inseguridades para convertirme en la imagen que había proyectado.Pero será mejor que cuente lo que pasó durante aquellas horas.María se reía mientras decía que no miráramos hacia abajo, intentando que no entrara luz entre las rendijas de la persiana de madera. Yo le decía que no mirábamos, y así era. Eso sí oír sí oíamos. Ella gritaba muchísimo, a ratos me hacía gracia y a ratos me hacía sentir presionada. Sentía que yo también tenía que disfrutar tanto como ella. De todas formas he de decir que tampoco lo tenía tan fácil ya que mi amante no era lo que se dice demasiado bueno. Yo no entendía porque creía que estaba dentro de una peli porno y me metía los dedos como quien desatasca un baño. Y yo, era inexperta, pero siempre he tenido muy claro, que no me iba a callar por aparentar. Hicimos un 69, se puso encima, luego fui yo quien le cabalgaba (con algún que otro golpe contra el techo incluido). Seguía oyéndoles gritar y con mi particular pelea con los condones. De repente empezó a penetrarme sin preservativo y yo que era muy responsable, como debe ser, se la saque a toda prisa con la mano. Apretando. Él pegó un grito y yo le miré como, ¿Qué coño te creías?No teníamos más condones, así que tuve que quitárselos a mi hermana. Ladrona.Pasaron muchas cosas aquella noche y me cuesta acordarme de todo, recordar el orden. En un momento el chino empezó a gritar porque ella le hacía algo, yo no sé qué clase de paja mental empecé a hacerme y ella me dijo en euskera que luego me contaría. Resulta que le estaba lamiendo los pezones. Anda que no… (no pude evitar reírme).Luego le comí la polla. La primera polla que mamaba. Él me dijo que era buenísima, que seguramente hacía mucho eso y yo sonreía como quien no quiere la cosa. Y pensaba. Aquel tío, que tendría sus veinti treinta fácilmente y que ni siquiera sabía tocar bien a una mujer y yo, tan inexperta, hice que se corriera con más destreza de la que yo misma me presuponía. Siempre he analizado mucho las cosas. Soy muy perfeccionista y me gusta documentarme antes de hacer nada. Sé que suena estúpido, pero no me permito hacer mal las cosas y aunque fuera la primera, tenía que ser buena, mejor, mejor que otras.Nos quedamos tumbados, con su brazo “protegiéndome”. Y yo empecé a masturbarme. Una cosa es que fuera una niñata y otra que no quisiera sentir placer yo también. Yo me tocaba, y él empezaba a tocarme. Yo apartaba su mano, porque me hacía daño. Porque tenía las uñas largas, y yo no paraba de pensar en las conversaciones de mi hermana con sus amigas. Y de cuando decían que los guitarristas no eran buenos amantes y que ya me daría cuenta. Qué razón tenían.Bueno cómo decía, ahí estuvimos peleándonos por la custodia de mi coño hasta que al final ya me corrí.Al rato María y el chino se levantaron a comer algo y allí anduvimos todos dando vueltas semi desnudos. Mi amante y yo sentados en el sofá y empezó a liarse conmigo otra vez, sacando su vena exhibicionista nuevamente.Para que la aventura tuviera algo de tópico y normal el chino empezó a hacer arroz. Y yo le dije que si no ofrecía. No te digo, tío maleducado. Yo no quería pero…soy así de petarda.Los chicos empezaron a hablar entre ellos mientras veían la MTV, nosotras dábamos vueltas (a lo largo y ancho de nuestra mansión), y entonces me empecé a reír, como una boba. Y ella me miraba… es una tontería pero me hizo gracia descubrir de pronto que tenía un condón pegado a mi muslo. A todos nos pasa ¿No María?Pues eso empezamos a liarnos sobre la encimera de la cocina, mientras ellos veían la tele. Al rato se marchó, como ya he dicho antes. Ella le decía que no debía dejarme sola, pero a mí realmente me traía un poco sin cuidado.Me tumbé en el sofá, porque la parejita ya había colonizado mi altillo y ahí me quedé oyéndoles un poco mientras intentaba dormir. A las dos horas nos levantamos otra vez y cuando él se fue, empezamos a compartir impresiones y opiniones, como debe ser.Acabábamos de compartir algo muy personal, algo que nos unía más aún. Más y más.

domingo, 22 de marzo de 2009

la conversación

El otro día, tuve una charla con un amigo. La tarde anterior había recibido su visita en casa, al mediodía. Vino a hacerme sexo oral. De la siguiente conversación se intuye que tras estar con él, hubo algo más. Espero que se entienda más o menos bien.






- Me dejaste con un calentón encima

- ya

- Me gusta eso de cuando estoy contigo, que siempre me quedo ardiendo. No lo digo como algo negativo. Vaya tarde la de ayer. Uff.

- jaja

- ¡Ay! Si tú supieras. Voy a escribirlo ahora.

- jajaj

- ¿quieres que te lo cuente?

- a ver, cuéntame.

- Mi día de ayer fue de peli porno.

- jajaj

- Cuando te fuiste, me quede sola, masturbándome, porque claro.... jmmm

- mmmmmmm

- Me encanta cuando dices q te gusta mi coño. Cuando te apartaste de mi (así en plan voy a hacerte el vacio), malo más que malo, estaba a punto de volverme loca. Bueno, me corrí, llamé para activar una tarjeta y me vestí para ir a la escuela de María a ver si le pillaba antes de ir a clase porque eran las 3, asique me puse mis medias rojas, la minifalda negra y la camiseta q llevaba. Eso si salí de casa con la camiseta al revés. ¡Jajaja! Iba pensando que cuando estoy contigo salgo de casa oliendo a sexo. Salgo muy segura, como si supiera que se nota que llevo hormonas masculinas encima.

- jajaja

- Que estaba bajando hacia el metro por la cuesta y de ponto me dijeron desde un coche que estaba muy guapa. Como me daba el sol de frente. por un momento pensé que eras tú y me quedé mirando. Total que me dijo que era preciosa y que a dónde iba. Le dije que a Embajadores y me dijo que él iba para Bilbao y que si quería me llevaba. Y se paró en medio de la cuesta.

- Qué bueno

- Estás haciendo cola le dije y me dijo, me da igual ¿te llevo? Total que siguió hasta la esquina y yo detrás. Empezó a llover más fuerte y le dije, no sé, soy muy de pueblo y muy confiada, no sé yo si tendría que subir. Di la vuelta al coche, abrí la puerta y le dije que eso no era ni medio normal, pero me dijo que tranquila, que no pasaba nada que con tal de llevar a una chica como yo a su lado… ufff me puso muchísimo eso. Me monté y empezamos a hablar.

- Es de peli porno, pero la que todo quisiéramos vivir.

- En serio, me sentía como en esas pelis en plan caseras en las que van a por una chica, le dicen que si no se que, ella se hace de rogar y al final... jajajaj (yo tampoco me hacía de rogar ya que no tenía porque pasar nada). Bueno eso. Me preguntó la edad y al decirle que tenía 19 dijo: joder.
Le dije que si me veía muy envejecida y me dijo que no, que estaba estupenda, buenísima, pero que él si era más viejo. Tenía 38 y le dije que no era para tanto. No sé por qué le dije que acababa de estar contigo. Lógicamente, eso derivó la conversación hacia temas sexuales. Me enseñó el anillo de casado. Le dije que ya se lo había visto. Y eso, me dijo que tenía unos ojos muy sexys y cuando íbamos por Goya, paró cerca de una marquesina para que le mirara. Sabes que adoro mis ojos, asique cualquier tipo de mención…
-.
- ¿Le dijiste que habías estado follando conmigo? El tipo se animaría.

- … jajajaj le dije que no habíamos follado. Que para mí no es indispensable.

- Ahhhh

- Me dijo que para él tampoco. Que era muy morboso, muchísimo. Y eso, cuando paramos en Goya me dijo que era muy fácil follar hoy en día. Que lo bueno q tenéis los hombres más adultos es que tenéis experiencia y esas cosas. ¿Te he dicho que se sacó la polla? Me dijo a ver si me gustaba.

- ¿En serio? está pirao.

- Y le dije que a ver si quería que se la chupara allí. Jajajaja Me dijo que no, que una cosa era ser morboso y otra ir dando el cante por Goya. Me dijo que le gustaba, se me quedo mirando y me pidió un beso. Jajaja Ya me había acariciado los muslos y me dijo que aun estaba caliente jajja! Es como que le di el beso y me dijo, ahora disfrútalo. Total que me dijo que conocía unos apartamentos... ¿Ahora? Le dije, sí, y allí fuimos

- ¿Dónde?

- Seguimos hablando de sexo, de a ver si me gustaba todo tipo de practica...Le dije que eso es muy relativo, pero bueno, hablamos de un trío que hizo con un amigo y una amiga, de la doble penetración, de María, de mi experiencia con ella y llegamos al edificio aquel.

- ¿Por dónde?

- No sé. Habíamos pasado ya Avenida América, pero tampoco me sitúo demasiado. Era una zona pijilla, bueno, él también. Jajajaja! Iba trajeado y esas cosas. Total que subimos al 5º piso. Yo me quedé esperando al lado del ascensor mientras él iba a pagar la habitación. Me dijo si quería tomar algo y pillo dos botellines de agua. Yo estaba medio flipada, porque claro, era una escena irreal. “Cariño ven” me dijo, y entramos en la habitación. Ooooh! Que sitio tan bonitoooo. Una especie de barra, un salón. Y empezamos a liarnos allí. Empezó a tocarme las tetas, a mordérmelas. Me quité la camiseta y nos empezamos a desnudar mientras me miraba moviéndose alrededor. Estaba agachada quitándome las medias mientras él tirado en el sofá se tocaba mirándome. Me quedé mirándole y le dije que yo tenía que haber nacido en los 50 para ser una estupenda pin up. “qué culazo” dijo y me dio la razón. Me encantó que me dijera que le gustaban las mujeres como yo, con formas, que estaba buenísima y que, qué pena que no tuviera su cámara allí para fotografiarme o grabarme. Sabes que me encantan las fotos, asique mmmmm. Me dijo que le estaba poniendo mogollón. Que era muy sexy y se fue al cuarto. Dos paredes de la habitación estaban llenas de espejos y mientras entraba me quede apoyada en el marco de la puerta, mirándole y mirándome. ¿Te pone?

- Sí.

- mmmm… ¿Quieres que siga contándote o te lo imaginas?

- Sigue.

- Empecé a chupársela despacio y me dijo que le mirara, que le encantaba y que me tumbara que me quería comer el coño. Nunca he sabido ordenar bien las relaciones sexuales jajajaja! Empezó a meterme un dedo. Era de esas personas que sabe muy bien que sabe hacerlo bien valga la redundancia y eso me pone muchísimo. Esa especie de seguridad chulesca mmmmm… Es como cuando tú dices que eres malo. Es como que sabes que me pone y lo utilizas porque sabes que no me cabrea. ¿Estás?

- Sí.


Por ahora esto es todo, es la introducción, el viaje hacia el sexo. Hacia lo que ocurrió después. Espero que la imaginación nos funcione todavía de alguna manera.

El trío

Casi pasé toda la noche sin dormir, conversando con los protagonistas de mi última vivencia, que ahora ya no es tan última. Cómo me tocaban, cómo me miraban, cómo hacían que me sintiera como una auténtica Diosa. Completamente repleta, completamente ...alegre? No sé cómo describirlo.
la verdad es que cuando llegué a casa estaba aún asimilándolo. La atenta mirada de María me esperaba y esque no era para menos. Mi deseo sexual por excelencia había sido realizado. No es que sea lo que más me pone pero tenía muchísimas ganas de hacerlo.
Resulta que cuando has hecho tu primer trío, empiezas a descubrir que no es algo insólito. Mucha gente lo ha practicado y a mí como con toda experiencia se me enciende la necesidad de compartir lo sentido. Cuando llegué a casa, como decía, no se notaba en mí nada especialmente raro. Había estado follando sí, pero no estaba demasiado efusiva. Los días siguientes me hicieron ver que tendría que repetirlo más veces porque de repente la idea de estar con un solo hombre me parecía ahora...poco. De todas maneras, en tres días pareció desaparecer esa exigencia, ya que estaba siendo penetrada una vez más por un hombre que intentaba hacer el papel de los dos, entrando y saliendo a su antojo de mí.
Parece una tontería, pero me sentía orgullosa de mí, y así me siento también ahora, al recordarlo y esque, aunque me veo incapaz de describir los hechos de manera ordenada, aunque lo que vaya a escribir pueda resultar incluso poco fiable, fue todo tan natural y fluido que me extraño.
Todos los movimientos, todos los sonidos, las poses, las fotos, sus caras, sus ojos, los míos, poderosos, fuertes, llenos de sexualidad, que no dejaban de mirar cada escena intentando recolocarse en aquel momento tan pornográfico, tan sucio, tan excitante.
Ahora lo recuerdo, recuerdo como estaba ahi en medio, o encima, o debajo, desbordada, repleta y también recuerdo como pedíamos a uno más entre risas y gemidos, en una situación que yo describiría como plena amistad momentanea. La absoluta confianza sexual.
No sé. La verdad es que no se me hace nada fácil escribir sobre esto. Sin entrar en detalles, sin resultar vulgar, sin empezar a hablar de la doble penetración y de como mi boca se abría al máximo, y del agua y de esa cortina tan sexy y de todo. Es más complicado de lo que parece abrirse de piernas de manera elegante, abrir los recuerdos y no rasgarlos con alguna palabra inadecuada. Otro día intentaré explicar, roce a roce como fui follada por dos hombres. Como sus cabezas pendían de mi pecho y mi sonrisa se perdía entre las peirnas de ambos.
Otro día bajaré mis faldas mientras escribo, para darme un homenaje, humedo de recuerdos.

sábado, 7 de marzo de 2009

EL TÍO

¿Por qué sabe él de mis amores? ¿Por qué deduce que hay muchos hombres en mi vida?
¿Estará acaso explorando en mi mundo para descubrir nuevas historias?
No lo sé. Pero me importa…
Espero poder ganarme las respuestas o robarlas dentro de otra persona. Puedo dejar que me trague y luego irme de viaje dentro de ella.

sábado, 21 de febrero de 2009

el Confesionario (segunda parte)

Al día siguiente volví a visitar al cura. La noche anterior estuve recordando anécdotas y experiencias buscando una que fuera apropiada. No demasiado fuerte, pero tampoco algo común. Quería que el cura lo pasara un poco mal. Que temiera un poco por mi seguridad, por mi fé y porqué no, un poco por la suya.
Cuando ya la había escogido, cerré los ojos y dormí placidamente, con los ojos frescos y la boca entreabierta, dibujando una sonrisa medio burlona, desafiante.
Como decía, a la mañana siguiente fui a visitar al cura. Lo que no sé es si se sorprendió al verme. No sé si se esperaba mi historia o esperaba que le dijera que realmente no era tan mala y perversa y lo más que había hecho era dejar que un chico me tocara las tetas. Pero no era así. Tras los saludos de rigor empecé a contarle mi historia, continuamente atenta a sus reacciones. Porque me interesaban. Porque me alertaban, me gustaban. Nunca olvidaré el suspiro que oí al otro lado del confesionario despues de decir:
- Hola Padre, soy Eva, he venido como me dijiste.
Salió del confesionario y yo esperé fuera con la cabeza agachada. Llevaba puesto un vestido negro, medias y zapatos de terciopelo, una bufanda, negra también y un abrigo, del mismo color. Levanté la mirada, avergonzada y encontré sus ojos intentando no hacer lo que la naturaleza le pedía como hombre. Lo noté en sus pupilas, pero reprimí mi sonrisa, para seguir con mi papel. De niña arrepentida. Niña buena. Sonrió al ver mis ojos, brillantes, creyendo ver fé en ellos. Comenzamos a caminar bajo los arcos de la iglesia, hacia el órgano. Callados al principio. Yo esperando a que empezara con sus preguntas y su párrafo inicial moralizante. El escribiendo ese párrafo inicial moralizante. Me habló de la virtud y de Dios. Del paraíso y el infierno, aunque sus argumentos parecían más destinados a él que a mí. Como si estuviera concienciándose para lo que venía. Como si viera peligro en sus creencias. En sus ojos.
Tras hablar de mi familia, de mi falso entorno tradicional y católico me dijo, que seguramente mi madre estaría orgullosa de que intentara encauzarme de nuevo en el buen camino. En cambio la realidad era muy diferente. Seguramente no compartiría conmigo ese ardor. Probablemnete le parecería irresponsable, pero por nada del mundo me mandaría frente a una sotana. Mientras yo analizaba mi mentira, el cura se paró y me dijo que me sentara en un banco. La parte más comprometedora y comprometida de la conversación estaba a punto de empezar y yo estrujaba mis manos, la una contra la otra, frías. Abrí las palmas y rodeé mis muslos con ellas. Subiendo y bajando por mis piernas, para hacerlas entrar en calor.
Empecé a contarle una de mis historias. Le conté que tuve un novio, que tenía mucho dinero. Pero lo importante no era ese chico, su nombre, su edad o el color de sus ojos, lo que realmente importaba era la historia, la pasión, el rojo de mis labios rodeándole, el rojo de su lengua entrando en mi.
- Recuerdo que la segunda vez que quedé con ese chico me llevó a una habitación de hotel en el centro. A pesar de ser claros nuestros porpósitos no resultaban vulgares en un lugar tan elegante como aquel. (Asiente el cura) La habitación era preciosa. Decorada al estilo victoriano, llena de detalles. Una enorme cama llamaba al olvido y multitud de espejos jugaban con la realidad y el deseo. Empezamos a besarnos. Yo estaba agusto, cómoda, sintiendo la calidez concentrada en mi vientre, el nervio en el púbis y el sofoco en la garganta. Yo entedía ese punto como algo normal. Incluso me pareció natural abrir un poco mis piernas para dejar que sus dedos empezaran a jugar conmigo. Pero de repente, no sé porqué, no sé qué pensé que me hizo sentir horrible, postrada en la cama con aquel chico sobre mí, aprisionándome, apretándome y pidiendo más, mucho más.
Yo empecé a ponerme nerviosa. A pensar en mi padre, en mi madre y en mil normas que me gritaban sin cesar que aquello no estaba bien. Intenté cambiar de postura, sutílmente, para poder acabar con aquella situación, pero o él no se dio cuenta o se enteró demasiado. La cosa es, Padre, que no me soltaba y que tenía su boca abierta pegada a mi nariz y resoplaba mientras intentaba quitarme las bragas. Yo no quería, en serio. yo no quería hacer nada más, pero su palma, abierta, estaba apoyada sobre mi monte de venus y por caprichos del destino, la tela de mis bragas fue la que entreabrió mis labios para beber de mí, antes que sus dedos, que no pudieron mas que notar mi agua, mi flujo. Yo le dije que parara, que no quería seguir pero él no paraba de sonreír, de decir que no mintiera, que estaba cachondisima, mojada y que tenía tantas o más ganas que él y que no había gastado el dinero para nada. Aquella frase, el sentir que no era para él mas que una niñata que quería follarse, fue para mí una humillación. La primera de tantas aquella noche, pero sentí en el estómago una punzada que más que dolor, me produjo deseo. Seguimos peleando por la custodia de mis muslos, mi coño, mis tetas. El cada vez más violento, yo cada vez más asusatda. Asustada por no comprender ninguna de sus reacciones, esa furia que nacía de mi piel y salía de él en forma de sudor.
Me dio la vuelta y me colocó los brazos en la espalda, partiéndome las muñecas. Me hacía daño, me hacía mucho daño y mordía mi nuca, dejando bien claro que me tenía completamente dominada. Yo gritaba, pero encontraba en mi huída su boca, que tapaba todo el aire que pudiera salir de mí. su boca cual ventosa, sus labios, su lengua, que me follaba, entrando y saliendo, como si estuviera haciendo una felación. Me ahogaba, pero en mi angustia también se leían gemidos que brotaban desde lo más profundo de mi sexualidad. Entonces agarró mis piernas con fuerza y las separó. Noté el peso de su cuerpo en mi espalda y sus dedos que abrían los labios de mi sexo sin ninguna delicadeza. Noté también como dejaba que bailara su polla recorriendo mi culo, mi coño, el principio de mi espalda, para reafirmar otra vez su superioridad. Empezó a jadear muy fuerte en mi oreja, lamiéndola, llenando de saliva mi oreja y mi cuello, mi pelo, mi cara. Yo movía rápido mi cabeza y mi cuerpo intentando echarle de mí, sin ninguna esperanza. Sin ninguna intención.
Noté como entraba en mí derepente, hasta dentro, sin preámbulos, sin dejarme tiempo para reaccionar. Me folló como un loco, desesperado. Yo creía que iba a reventar. Me dolía el cuerpo, me ardía todo y me debatía entre llorar o dejarme llevar hacia algún lugar desconocido que parecía en aquel momento más tentador de lo debido. Le seguí gritando que no. Que no y que parara cien veces más aunque mi cuerpo atraía al suyo, casi suplicando, casi rogando que aquella sensación no cesara jamás. Empecé a chillar. A chillar hasta desgañitarme y eso pareció encantarle. Pero paró. Paró en seco y se apartó de mí. Yo quería decirle que siguiera follándome, que me follara sin descando. Quería suplicarle . Y él lo sabía. Él que había estado violándome de una manera un poco consentida, había anulado todo el contacto en un solo segundo. Yo me giré y le miré. Llena de rabia por su crueldad, por su humillación, por su malicia. Por descubrirle tan retocido. Pero estaba demasiado cachonda Padre, demasiado cachonda como para empezar a analizar las conductas y la moral en ese momento. Empecé a gritar no sé porque, como si pidiera ayuda, intentando que creyera que no me gustaba eso. Pero resultaba ridículo. Volvió a pasar sus dedos por mi coño, que chorreaba y esparcio mi flujo. Por mi culo. yo me agitaba porque estaba apunto de correrme. Ya no podía más. Se contraían mis muslos. Se movía mi culo y entonces empezó a meterme un dedo. A estimularlo. Con aquello sí que no contaba pero esta vez entendí antes de que pasara qué iba a ocurrir. Noté la punta abriendose camino, yo gritaba, más fuerte aún, pero supo pararme para que no nos llamaran la atención. Tapó mi boca con su mano y yo completamente descontrolada empecé a chuparsela con ansia mientras él agarraba mi culo con fuerza y lo abría y lo partía en dos.
Creo que decidió por primera vez ayudarme. y sus dedos, empezaron a trazarme con maestría perdidos entre mis piernas y su cuerpo. Fue un final salvaje, lleno de convulsiones, gritos, gritos y jadeos y mil ruidos de aguas, de sudor, que se unían convirtiendo ese sexo en Dioss, el mejor orgasmo de mi vida. Lo siento, no quería nombrar a Dios en estas circustancias.
- A estas alturas, creo que no debería ser esa la mayor de tus preocupaciones.
- Me voy.
- Pero...
- Lo siento Padre, he de irme.
Lo sé. No tenía sentido avergonzarme en ese punto de la historia, pero una vez más solo usaba las circustancias, solo las manipulaba. Salí corriendo, alborotada. Seguí corriendo hasta llegar a un bar. Entré en el baño, levanté mis piernas hasta apoyarlas en la puerta y me masturbé recordando aquel hotel. Esa violencia que acudía en mi ayuda, cada vez con más frecuencia, cada vez con más fuerza. Colándose en mis medias, en mi coño y sobre todo en mi cabeza.

viernes, 20 de febrero de 2009

las parafernalias

Eran ya las 3 de la madrugada cuando te vi por primera vez, con tus ojos clavados en mi cuerpo.Supongo que no reparé en ti hasta un poco después, porque ni siquiera eras original en la dirección de tus miradas.Tetas, culo, corsé...Pero bueno, supongo que como todos los hombres sin ningún atractivo especial, tenías esa gracia, esa chulería que generalmente me gusta.La suficiente poca vergüenza como para acercarte a mi 20 minutos mas tarde y decirme que simplemente querías tener sexo conmigo porque tenía cara de ser inclreible en todo lo relacionado con el sexo. Unas tetas perfectas, labios carnosos, mi piercing en la lengua, mi pelito, pelo de viciosa como tú dijiste y eso, que querías tenerme desnuda en tu cama, como suponías habia estado ya en muchas otras. No te equivocabas del todo, pero tampoco sería cierto decir que había estado en más camas que tú.Supongo que eso se notaba, eso de la igualdad de condiciones y eso me gustaba. PLanteaba un reto interesante, no un simple polvo en el que que te luces sobretodo por la falta de imaginación de tu contrincante. Tu compañero, tu complice por una noche, pero a la vez tu contrincante. Y a mí siempre me han gustado los contrincantes duros, porque eso supone, una cantidad de placer proporcional.Estábamos entonces en tu cama. Desnudos. Sin más parafernalias, sin máscaras de rejilla ni armaduras musculosas.Solo dos cuerpos. Y entonces descubrí, entre charcos de sudor y demás humedades que no me servías para nada. Eras guapo, bonito cuerpo, bonitos besos. Pero eras demasiado pretencioso, querías marcarme para siempre, que te nombrara entre mis amigas como el polvo de mi vida, y lo siento pero no tenías cualidades para eso, aunque te lo trabajaras. Había otro hombre por encima de ti en la lista, y más arriba aún, en lo alto de la clasificación: Yo.Así es la vida. Yo vi también que seguramente nunca podría conseguir ser ese polvo numero uno, no al menos para ti. Que las preferirías más delgadas, o más guapas o más serviciales y que por lo tanto eso era más que sexo. Era un grupo de envolturas unidas para no hacerme sentir calor.terminamos sí. Pero supongo que, y si no, me alegro por ti, a los dos nos pareció sexo mediocre. Sin fuegos artificiales, ni de los innecesarios ni de los reconfortantes. Todo correcto, todo humedad eso sí. Una buena noche, una buena noche porque al terminar, recibí una llamada que sí me hizo sentir ese calor extremo que como otras veces llegó a ser desesperante. De todo se aprende.

sábado, 24 de enero de 2009

El Confesionario (primera parte)

- Hola padre.
- Buenos días hija.
- Padre, he pecado.
- Cuéntame hija
- Mire Padre, me cuesta decirlo. Me da vergüenza.
- Tranquila.
- Sí padre ¿Empiezo?
- Sí, sí.
- El otro día... el otro día hice algo. El otro día y muchos otros. Padre, me puede lo carnal, me pueden la pasión, el fuego, que noto crecer en mí cada vez más rápido, como si de una caja de fósforos se tratara. Mi estomago explota en pedacitos y es entonces cuando me dejo, cuando dejo que vuele la razón y mi cuerpo. Mi carne empieza a moverse sensual, a ondear sus curvas. Y entonces siento que soy una diosa Padre, una diosa pagana del placer y la fertilidad y dejo vagar mi mente por sórdidos mundos y esquinas que me consumen, llenas de humo.
- ¿A qué te refieres exactamente?
- Esos hombres me hechizan, sus cuerpos, sus miradas, sus gestos sexuales, sus palabras obscenas. Y cuando más sucia e impura me hacen sentir, más necesito yo que se tumben sobre mi cuerpo palpitante. Notar su vigor encerrado, presionarme, buscarme. Más necesito beber su saliva y bailar desatada como si fuera un animal, fiero y salvaje. Entoncs Padre, me entrego al placer y jadeo, y susurro, gimo, grito, respiro cada vez más fuerte, más desesperada. Loca por dentro, fuego por fuera. Ardiendo en las llamas de lo que no debería hacer. Tan joven, tan inocente, blanca como un ángel que espera que crezcan sus alas. Me gusta lamerles, beberles, dejar que me toquen, lascivos, libidinosos, sucios. Llenos de deseo, de necesidad por dejar que les cavalgue mi cuerpo y mi bondad. Mis piernas y mi pecho moviéndose en un baile acompasado y preciso, desatado.
- Para niña.
- Pero padre.
- Para. Creo que necesitaremos mucho tiempo para que me confieses todos tus pecados. Tendré que trabajar duro para sacar todo el mal que hay en ti y tú tendrás que aprender mucho. Necesitaremos fé hija mia. Quiero que vengas mañana a la mañana pronto. Esta noche los dos
- Sí Padre.
- Hasta mañana.
- Adiós.

Salí del confesionario nerviosa. Excitada. sintiéndome sucia y con olor a Iglesia, olor a tradición y a muros, a barreras. Pensando en qué perversa historia contaría a aquel cura que en ese momento se retorcería entre el bien y el mal, luchando contra la tentación constante que se abría ante el, entre sus piernas y su fé.

miércoles, 21 de enero de 2009

El Casado

Hace poco que pasó esto. Poco llevo también en Madrid. Sentada frente al ordenador. Charlando. Hablando sobre mi idea. Sobre quién era Eva, sobre si existía de verdad.
- Pídeme que vaya.
- Ven.
- Pídeme que vaya.
- Ven.
- Dame tu dirección.
Tres cuartos de hora más tarde esperaba en mi piso. Con un vestidito corto y unas medias de colegiala hasta las rodillas. Nerviosa por el encuentro. Nerviosa por cumplir la fantasía cómo habíamos acordado.
No sabía si vendría o no. Pero tenía ganas de tumbarme en la cama con los ojos tapados y esperar que lamiera mi sexo.
Cuando llamó al portero automático, dejé la puerta de casa abierta y me tumbé en la cama con las rodillas flexionadas.
Tenía miedo, pero otra vez más descubrí que mi inquietud superaba las barreras. Mi confianza podía con los peligros. Entró en casa y se me quedo mirando. Me levanté y nos besamos. Era muy húmedo. Le notaba lleno de ganas por tenerme. Después de enseñarle el baño y poner música de fondo fui a la habitación esperando no encontrármelo desnudo sobre la cama con las manos tras la nuca. Estaba quitándose la corbata. Me dio morbo pensar que era un hombre casado. Un hombre 21 años mayor que yo. Un abogado. Y no me sentía nada pequeña a su lado. Sentía de echo que estábamos a niveles muy parecidos. Que pensábamos casi lo mismo respecto a ese encuentro.
Liarme con un casado estaba en mi lista de cosas que cumplir. Lista que ahora mismo no sé dónde se esconde. Tendré que tacharlo algún día.
Prosigo. Me quitó las bragas y empezó a comerme el coño. Me gustaba mucho cómo lo hacía. Se notaba su experiencia. Se notaba su ansia. A veces demasiado. Se notaba que cómo me dijo un día, era esclavo de mi sexo.
Lo tuve sobre mí. Besándome, lamiendo mi cara, mordiéndome cada vez que se lo pedía. Fue todo muy rápido, muy pasional. Su lengua entro en mí. También sus dedos. En mi boca, en mi coño… tampoco quiero ser demasiado explícita. Ejem.
Mientras escribo esto me estoy planteando, hasta que punto estoy dispuesta a ir explicando mis experiencias. Si seré capaz de contar como acabé masturbándome yo mientras su dedo entraba en mi culo. No sé hasta qué punto es necesario dar detalles. Pero se supone que deben ser textos sin pudor.
Explicar las experiencias sexuales en un orden concreto se me hace difícil. Pasan por mi cabeza imágenes, flashes, sensaciones…me gusta recrearme en mi placer. Y a veces siento que esto que es tan público y a la vez siento tan mío es tan complicado de compatibilizar…
Bueno. Como decía, fue satisfactorio. Me encantó mirarle a los ojos. Vivir a Eva a través de ese momento, sentir que le hechizaba. Notar en su cara que cada vez deseaba más esa mirada. Que deseaba más a Eva y a Uxue.
Me gustó tenerle entre mis piernas. Hacerle que bajara. Que hiciera lo que yo pedía. Me gusto ponerme chulita y juguetona con él. Y sentir que a él eso le gustaba. Él me llamaba perra, yo le dije que no lo era. Él me dijo que ya lo sabía. Pero durante ese momento, escuchando heart shaped glasses me sentí su lolita. Y soñé con serlo durante más tiempo. La chica que pudiera darle sexo. Regalarle sus fantasías.
Se tiró sobre mí. Me mordió el cuello, mientras yo subía el culo. Me ofreció su polla. Yo le ofrecí mi cuerpo.
Yo le gustaba.
Se duchó y se marchó.
- Encantado de conocerte.
- Igualmente.
- Espero no haberte decepcionado.
- Igualmente.
Quise entender su sonrisa y su gesto como un: imposible ¿Cómo ibas a decepcionarme tú? Espero que sea así.
Eva.

domingo, 11 de enero de 2009

Hoy es un día raro. Tras tomarme mi primer café sola el otro día, con la ciudad llena de nieve, escucho I will survive en la radio, que casualidad. Gran descripción de la noche de ayer.
Y ahora, tras mover la cabeza, ahora, padeciendo del cuello, me pregunto una vez más qué es lo que yo quiero. ¿Promiscuidad? ¿Fantasías? o ¿un abrazo?
No sé. Estoy en unos días en los que mi traje de Eva está perdiendo fuerza, y no me molesta demasiado. Tal vez sea una consecuencia natural, o que mi cuerpo necesita un pequeño descanso. Como siempre entiendo que mis sensaciones son lo más importante, ya las sexuales como las asexuales.
El problema es como siempre, la falta de lógica. Mi planteamiento que se reblandece con lo que llamamos sentimiento. El amor quizá. No es algo que deba hacer público. No es algo... no es un juego.
No lo sé. Supongo que como siempre, lo mejor será dejar que las cosas sigan su curso.
Quiero escribir uno de mis relatos. Y me cuesta. no me sale. Estoy bloqueada. Estoy sensible. Nada más.

jueves, 1 de enero de 2009

Monólogo interior nº 1

Me despierto. Me despierto cada día y miro mis manos y mi intimidad, que salta de parte a parte de mi cuerpo y huye hacia otros. Que no me conocen, que no quieren conocerme. O quizá sí. pero me paran mis limitaciones. mi miedo al fracaso. Mi miedo a mí misma, a mi obsesión. Obsesión (calada). Obsesión (Uxue). Si tengo sexo con ella, con él, con ellos, con otros, ayer, hoy, mañana. Otra vez mañana. O puede que no lo tenga más y empiezo a sudar solo de pensarlo. Solo de creerme mi historía, mi sensación de no sentir nada. Y si lo pierdo? Ese momento tan efímero. ese instante que hay antes de la nada. Eses placer que se pierde al segundo y que queda sonlo en la idea y el recuerdo. Desaparece. Y solo intento recuperar algo que pasa a ser vacío cada vez. vivo enganchada a la mentira. Pero me encanta. lo disfruto. Déjame llorar. Deja que desborde todo mi nudo. Déjame a mi misma (yo), déjame llorar más (llora Carlos).


nota: la perspectiva de la obesión. Pensamiento de una persona que lo hace por necesidad, que vive el sexo cómo algo vital, sea placentero o no. Quizá el siguiente paso.