lunes, 26 de octubre de 2009

TE DEDICO MI REFLEXIÓN, OH MASTURBACIÓN

Recuerdo que tocaba mi sexo despacio al principio. Recuerdo también que las primeras veces no llegaba al orgasmo, me asustaba, aunque parezca una tontería. De repente notaba algo tan fuerte que hacía que mis dedos pararan y yo me sentía culpable de alguna manera. Por una parte, el miedo a no poder alcanzar el orgasmo, el miedo a no poder sentir ese placer tan valorado en esta sociedad y por otro la sensación de hacer algo indebido. No sé si es lo corriente, no sé si es algo raro, pero yo solo puedo hablar de mi vivencia. Con el paso de los años intento racionalizarlo, y supongo que una especie de pudor extraño no me dejaba hacer “aquello”. Ahora veo la masturbación como algo completamente natural y seguro que en aquella época también sabía que lo era pero hay ciertas edades en las que la masa condiciona al individuo y yo, pobre preadolescente insegura no era demasiado capaz de ponerme a luchar contra los convencionalismos y los topicazos que hacían las catorce mil pajas diarias masculinas algo digno de ser comentado a voz en grito y los dedos femeninos como algo sucio que te hacía sentir como una especie de pervertida sexual. Vaya mundo. He empezado a hablar de esto sin introducciones y puede que hablar a estas alturas de las primeras pajas y del cargo de conciencia que me suponían no tenga mayor interés, pero un amigo me ha dicho que le gustaría leer sobre la evolución de la mujer unida a su coño y no me ha parecido mala idea. Nunca he entendido muy bien en mi caso, porque ocurría eso. Criada en una familia en la que siempre ha habido mucha libertad para hablar de sexo, desnudos, placeres… me extraña mi mojigatería de antaño, quién sabe por qué era tan petarda. Haciendo un repaso rápido me vienen a la cabeza las noches de verano calenturientas (cuando la culpabilidad y el experimento corporal se unían más a favor del segundo), la normalización del tema, poco a poco, al compartirlo con otras púberes deseosas hasta llegar a lo que ahora soy. Fuera de casa, en un ecosistema propio plagado de sexualidad desbordada con la libertad más absoluta entre personas en la que “no me molestes que me voy a hacer una paja” o “grítame cuando acabes” son casi una rutina, con variantes más literarias y menos simplistas en días de luna llena o interrupciones que acaban en carcajadas la mayoría de las veces. Y es que la masturbación es lo que es, un acto sexual íntimo y natural donde los haya y aunque todo el mundo diga que mejor en compañía, yo creo que no deberíamos olvidar que hay venditas pajas que superan polvos (seguro que alguien pensara que lo que necesito es que me follen bien, pero no tengo ganas de decir que ya lo hacen). Además, desde el punto de vista práctico existen menos probabilidades de que la cosa se frustre o no sea perfecta, cosa que habitualmente ocurre cuando compartimos nuestro placer con otros/as. No quiero hacer apología de los tocamientos ni ensalzar las virtudes científicamente probadas de desperdiciar nuestros fluidos, pero al menos que no se infravaloren, que a todos nos gustan. Cada cual a su manera, eso sí, más despacio más fuerte, mas mojadas con más saliva, con consoladores, con bolas, con objetos que enciendan la sexualidad de cada uno, con chupachuses, con fruta, con una zanahoria o al estilo natural (si será por variedad). Más pajas y menos mal humor, que no nos viene nada mal. Y si combinamos ya ni te cuento. Además ahora hablo de masturbación en solitario pero en compañía, ya sea a una misma a otro o dejándose hacer, confirma mi teoría de que la agilidad de los dedos tiene ya de entrada predisposición para el éxito en estos campos, pero no quiero irme por las ramas que al final acabaré escribiendo sobre las uñas largas, la falta de delicadeza y la masturbación femenina en las películas porno que siempre me ha sacado un poco de quicio…pero yo no soy quién para decir cómo se tienen que masturbar solo faltaba, si hay algo más propio y personal… y aquí lo dejo, para que esta reflexión no se alargue demasiado. Sed buenos y sed felices otra vez y tocaos que es muy útil.

1 comentario:

Ricard Sanchez Gaya dijo...

Me ha gustado tu reflexión.

Y creo que lo que comentas sobre que los tios hablemos libremente de ellos, mientras que vosotros sea de guarras el tocarse.

Que parece mentira que a estas alturas, aun se piense eso.