martes, 24 de marzo de 2009

PRIMERA PARTE (visión de Eva)

Es largo de contar lo que sucedió aquella noche. Largo, extraño y a veces un poco difuso.Salimos para matar una noche más, en Pamplona. Nuestros corsés, nuestras medias, faldita corta y como no, encadenadas por el cuello. Yo sentía que éramos, como otras veces, una especie de fantasía sacada de una peli porno, que se dejaba caer por esta ciudad tan sencilla, tan recatada, tan impresionable ante cosas así. Íbamos por la calle, dignas como siempre, peleando por mantener la seguridad ante las miradas, fugaces, algún que otro ladrido.Conocimos a un tío en uno de estos bares y tras acompañarle a sacar dinero fuimos a tomar unas copas. Algún que otro beso, él nos llevaba a cada una a un lado, pero seguíamos atadas por el cuello. Sus amigos no terminaban de entender, pero supongo que era la envidia de más de un hombre en aquel bar. Mientras bailábamos yo me fije en un tío con rastas. Le dije a María que no me importaría liarme con él. Pero seguimos jugando con éste. Al rato decidimos irnos. Salimos fuera del bar con él y el nos cogió en brazos a las dos mientras la gente alrededor grababa. Me pareció tan extraño. Toda la gente mirando, cómo si no tuvieran nada mejor que hacer, y a la vez me sentí importante, observada. Le dijimos que nos íbamos a casa, que estábamos cansadas, obviamente era mentira. Nos apetecía seguir jugando, por nuestra cuenta. Nos escapamos por las calles. Entonces vimos a un tipo, apoyado en la entrada de un bar. María me dijo que hace poco había soñado que se liaba con un chino. Él tipo en cuestión, era chino, cómo podéis imaginar. Nos acercamos a él y ella le dijo:- ¿A qué hora sales de trabajar?- No estoy trabajando.- ¿Vienes con nosotras?- Vale.Yo estaba flipada. Él también. Tenía una cara de medio impasible y de acojonado que vaya. Llegamos al piso de mi hermana que estaba a una calle de allí. En la puerta del portal ella le preguntó si podría con las dos. Él dijo que creía que sí, y me miraba cómo preguntándose qué clase de personas éramos, sobretodo ella. Subimos los 6 pisos (sin ascensor) y cuando llegamos a casa le dije a María que yo me iba. Creo que realmente no me había planteado que aquello pudiera pasar de verdad. Además, aquel tío había salido de los sueños húmedos de María, no de los míos.Allí les deje y volví a bajar a la calle con la clara idea de subir a alguien. Como mi gata cuando salía a cazar a la calle. Igual. Esperaba que la despensa esperara intacta.Ya en la calle, la gente me decía que al final habíamos soltado la cadena. Uno de los que me dijo eso era amigo del tío de las rastas. Empecé a hablar con ellos. Les dije que iba a acoplarme a ellos descaradamente y me dijeron que encantados.Fuimos a un bar y de repente, no sé muy bien después de qué, no recuerdo, empecé a liarme con el antes mencionado. Tenía una especie de vena exhibicionista y yo personalmente no tenía ganas de que todo el bar me viera el coño. Su amigo me decía que yo mucho decía pero que luego… Le invité a subir al piso. Y él seguía con sus ansias de enseñar mis partes más intimas a todo aquel que quisiera convertirse en espectador.Fuimos a casa. Subimos otra vez los seis pisos y al abrir la puerta…

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