jueves, 13 de noviembre de 2008

EL METRO

Eva disfrutaba en el metro. Le gustaba dibujar y que la gente la mirara. A Eva le divertía llamar la atención. Que los demás miraran sus dibujos. Sus chicas desnudas, sus labios, sus colores. También le gustaba escribir. Escribirse. Escribir sus fantasías y pensar que la gente a su alrededor leía. Pensar que esa gente desconocida intentaba irrumpir en su intimidad.
Eva disfrutaba como todos mirando, cruzando fugaces, leves, tentadoras, grandes miradas. Preparaba sus ojos, sentía que incluso a ella le asustaban. Intensos. Eva sabía que sus ojos eran lo más sexy que tenía. Pero Eva también se avergonzaba. Se ruborizaba cuando su juego le resultaba evidente. Cuando la otra persona también dejaba clara su posición.
Eva era muy imaginativa. Tenía una mente algo pornográfica, tal vez poco realista, pero ella también quería vivir uno de esos encuentros urgentes que tanto morbo le daban. Mirar, salir, follar y subir a casa a comer. Era un plan perfecto. Posible, incluso probable. Real.
Eva lo hizo una vez. Un hombre atractivo. Uno de esos negros de ojos grandes. Con su coleta de rastas, con tu perfecta sonrisa. Un estupendo negro. Se miraron. A ella se le escapó una sonrisa. Se quedo cortada al darse cuenta de lo directa que había sido. Al rato volvió a mirarle. Él miraba sonriente ahora. Ella cogió su mochila para salir del vagón. Lenta, sensual. Enseñando una de sus más fuertes armas.
Él salió detrás. Detrás en las escaleras. Detrás por la puerta. Detrás en la calle. Detrás de su culo en un callejón.
Empezaron a tocarse, a sobarse, a besarse. Ansiosos. Ella se dio la vuelta y abrió las piernas. Ella dejo que él se la follara contra la fachada. Ella estaba mojada. Él también. Cuando acabaron, se dieron un largo beso. De esos muy de pelicula. Ella fue a casa, a comer. Él regreso al metro.
Eva entró por la puerta diciendo que había visto a un tio atractivisimo y que había jugado a mirar. Y que no le hubiera importado nada hecharle un polvo urgente.
Eva sabe que su amiga leerá ésto. Eva incluso se ha planteado leerselo ella misma.
Eva es perversa cuando oye unas tijeras cortar papel.

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