viernes, 14 de noviembre de 2008

MARÍA

María no siempre lo había tenido fácil. Tal vez había caído más veces de las que hubiera deseado pero, por eso era tan fuerte. Por eso tenía esa fuerza tan clara.
Impulsiva. De manera encantadora a veces. De manera aterradora otras. Eva bebía de su ímpetu para aprender a ser joven.
Eva sentía muchas veces que María no pensaba en las consecuencias de sus actos. Pero poco a poco aprendía a controlar ese torrente que fluía en ella.
María compartía sus vivencias con Eva. Sus fantasías más ocultas. Compartían sus defectos y así lograban quererse cada vez más fielmente.
Muchas veces chocaron sus opiniones respecto al sexo. Tal vez por la falta de experiencia de Eva, tal vez por su romanticismo. pero el tiempo giraba las tornas paulatinamente y poco a poco, María necesitaba más el cariño y Eva más la libertad.
A Eva le enternecía esa faceta sensible de María, pues sabía que bajo su sexual traje vivía, no escondido, ese corazón que tantas veces las hizo llorar a las dos.
Mujeres sensibles. Independientes y claras de manera excesiva para el común de los mortales.
María era tan bonita cuando se enamoraba un minuto. Y era tan dulce cuando decía que no al minuto siguiente...
Las unía su inquietud, sus ganas de comerse el mundo, de comerse lo que surgiera, de comer lo bonito de la vida.
Las dos eran sinrazon. Pero guardaban una bonita lógica a veces amoral. A veces excesivamente respetuosa con el entorno. Eran contradictorias. Eran hermosas.
Las dos eran aprendices. Aprendices mutuas. Aprendían mudas, en silencio y a gritos. Porque las dos eran escándalo.

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