viernes, 14 de noviembre de 2008

recordando un poco la historia

El sexo de una noche, es una pracica extendida. Una practica común. Pero cada uno lo enfoca desde una perspectiva muy personal. Algunos buscan anonimato, otros buscan ser queridos. Otros reconocimiento. Placer, anécdota, diversión, lazos, fluidos, sudor.
Otras personas, buscan además convertirse en dioses/as del sexo.
María es una de esas personas. No apartan su placer por los demás. Tampoco apartan el ajeno. Buscan un equilibrio perfecto. La satisfacción suprema del sexo. Buscan poder darse un 10. Buscan chupar mejor que nadie, mirar mejor que nadie. Follar mejor que nadie. Es difícil ser único en esto. Lograr el trono indiscutible. Pero a veces, en el micromundo privado, algunas personas lo consiguen. Lo hacen saber.

Voy a narraros una historia que me contó María una vez. Muchas historias que adornan su experiencia. Muchos polvos, muchos orgasmos, muchos besos, besos que apasionan a María.
Recuerdo que me hizo gracia el imaginarmela follando cayendo por una cuesta. Perdiendo su ropa, perdiendo el nombre de su amante entre vuelta y vuelta.
También me gustó imaginarla mientras caminaba cerca de la playa, esperando que volviera. Él era argentino. Se quedó prendado por sus medias de rejilla y su corsé de cuero. La playa, el festival de jazz. Volvió al rato a contarme su nueva aventura, mientras yo intentaba asumir mi pequeño fracaso de esa noche, que no viene al caso.

Me cuesta ordenar todas esas historias, que a veces siento también mías. Que a veces también lo han sido. Ahora que repasamos, me hace gracía pensar, que a veces recordamos algunos detalles de historias ajenas mejor que los propios protagonistas. Tal vez memoria, tal vez cercanía con respecto a fluidos, quien sabe. Tal vez simplemente, son también parte de nuestra vida.

No hay comentarios: