miércoles, 12 de noviembre de 2008

EUFORIA

Aquello era nuestro sueño. Supongo que al igual que casi todos los adolescentes, ansiabamos ver a nuestro ídolo. Cantarle, gritarle y claro está, violarle repetidas veces. Era nuestra fantasía. Era nuestro mito erótico. Él era lo que nosotras queríamos tener entre nuestras piernas, pero a medida que pasaba la noche no era eso lo que yo tenia en mi sexo.
Era un desconocido, acababa de conocerle y depronto, entre empujones y gritos, entre histeria y fingida protección, tenía su polla en mi culo, su boca en mi cuello y sus dedos en mi coño. Yo escuchaba la música, borraba mi mirada y gritaba, gritaba sin voz, emocionada. Miraba a María, la agarraba, intentaba no perder ese momento. No olvidar cual era mi verdadero sueño.
Todo el color, todas las luces, todo el sonido, toda esa atmosfera perfecta y emocionante, me tenía muda. En total estado de shock. La noche no termino en el aspecto sexual tan bien como hubiera querido pero no me importaba. Tenía las bragas mojadas y las dos eramos tan felices, tan inconscientes de lo que acabábamos de vivir. Creo que aún ahora seguimos sin procesar aquello, convertido en una especie de lejana experiencia semi religiosa que nos marcó y a la vez pasa inadvertida en nuestra estructura.
María se enteró a la mañana siguiente de lo que realmente pasaba a su espalda y supongo que los gritos hicieron que nuestros acompañantes también tuvieran buena cuenta de lo ocurrido.
Otra aventura que vivimos juntas, pero no tan revueltas. Otra historia más . Otro sueño.

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